viernes, 22 de enero de 2010

Quién sabe...

Se besaban desenfrenadamente, no sabían si había amor de por medio, sólo se apreciaba la pasión con la que lo hacían. Manos que subían y bajaban, cuerpos rozándose, respiraciones agitadas y ganas. Ganas, ganas y más ganas, de todo y de nada, de romperse, de fundirse, de perderse el uno en el otro. Algo, de pronto, les frenó. Él se retiró y la miró, preocupado y aún nervioso.
- No quiero hacerte daño...
- No, no... Bueno, me hace un poco de daño, pero lo aguanto. No es nada...
- No... Yo, yo no quiero hacerte daño...

Entonces, ella se alzó un poco y lo besó dulcemente.
- Si no lo haces tú, lo tendrá que hacer otro.
- Hombre, ya lo sé...- puso cara de saber lo evidente, y volvió a fijar sus ojos en ella, pensativo.
- Y creo que sabes de sobra que prefiero que seas tú quien lo haga.

De repente, sonó la alarma de su reloj.
- Dentro de quince minutos me tendré que ir...
- No importa, con quince minutos nos bastan...

Ella lo cogió y comenzó a besarlo, intentando inducirlo, manipulándole con besos cargados de amor, de deseo.
- No, no, yo no quiero hacerlo y dejarte aquí, sin más.
- Joder, yo no lo interpretaría así...
- No, joder, no... -Se tumbó a su lado, cogiéndola con delicadeza, apoyando la cabeza en su pecho y acariciándole la tripa-. Si lo hacemos, tiene que ser especial; no quiero hacerlo contigo y tener que irme.- Ella lo miraba, silenciosa, expectante-. Si lo hacemos, quiero quedarme agarrado a ti después, desnudos, con la mantita hasta el cuello, abrazados... - vio como ella sonreía y acercaba su cabeza a la suya, agradeciéndoselo con la mirada-. De verdad, eso es lo que quiero...

Ella lo miró. Se sentía bien por lo que acababa de escuchar.
- ¿Qué me quieres decir? ¿Que yo soy especial?
- Eso era obvio... Además, la primera vez juntos, no sé... No puede ser de cualquier manera, ¿no?
- Sí...- Ella lo acariciaba y lo miraba atónita, encantada. Se mezcló con ese deseo desenfrenado una ternura indescriptible, las ganas de abrazarlo y no dejarlo marchar.

- Y... -Ella quiso romper ese silencio- ¿Cuándo te gustaría? ¿Invierno o verano?- rió, porque sabía que era una de sus preguntas absurdas, llenas de pequeños detalles que tampoco tenían demasiada importancia.
- No importa cuando. Lo importante es que sea contigo...

Continuaron abrazados. La pasión iba y venía; de vez en cuando, parecían volver a caer en esa tentación inevitable de la que pocos se salvaban si realmente amaban. Notó algo especial, algo extraño que desde hacía tiempo no sentía. Tal vez les fuera bien, quién sabe...

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